¿Qué estamos viendo?

El presidente Milei, autopercibido como libertario por unos libros que leyó, ha optado por la vía de las políticas de shock neoliberal. Decíamos hace unos días que podría optar por el camino que había marcado Alberto Fujimori en Perú que decidió disolver el Congreso y el poder judicial y convocar una asamblea constituyente donde reformó la Constitución. Es clave que en el proyecto de Milei no se toca el poder judicial, y no se disuelve el Congreso sino que se le pide todas sus atribuciones por lo que dure su mandato (se percibe como un atajo hacia la misma dirección). Algunas cosas que se ven: Fujimori heredó un país con inflación del 7000% y la amenaza real del terrorismo de Sendero Luminoso. Milei heredó 140% y su discurso voluntarista de que somos todos comunistas.

Pero hay alguna cuestiones que sorprenden. Todos miramos hacia afuera y vemos que los estados buscan consolidarse, que el proceso es contrario al neoliberalismo del 90 promovido por el Consenso de Washington, pero ¿es tan así?. El contexto es de guerra comercial entre EEUU y China (y los BRICS) derivado en conflicto militar en Ucrania y ahora en Medio Oriente. Estados Unidos se reposiciona en América Latina a través del financiamiento de esquemas políticos ultra liberales y a la vez autoritarios. El realismo capitalista de Mark Fisher al palo. Todo se puede revertir. Parece posible que un acuerdo político termine con la Argentina como la conocimos, no sólo los 40 años de democracia, sino también la Argentina de la presencia del Estado en cuestiones básicas como Educación y Salud. Habría que retrotraerse hasta el yrigoyenismo. Tienen un problema con la Ley Sáenz Peña. La entienden como el motor de un andamiaje político que burocratizó la vida y condujo a la construcción de herramientas electorales que se beneficiaban a si mismas y no resolvían los problemas del país. Son del sector liberal que perdió la discusión en la década del 30 sobre que debía hacer el Estado en esa crisis. Para ellos nada.

Pero hay algo de lo novedoso en que no haya contexto favorable. De repente aparece Taiwán (entregando cajas navideñas (?)), sabiendo que China es socio principal de Argentina, esto lo hacen para romper las relaciones la potencia asiática. ¿Y a quien favorecería hacer eso? Miremos para el Norte. No se darán por vencidos y lo que parecía que venía para quedarse puede cambiar. Sólo quedaba Paraguay (por sus rémoras anticomunistas de Stroessner) como el único país importante que aún no reconocía a China y si a Taiwán. Quizás haya más por ese lado, y quedaremos entrampados en la guerra de los yankis contra los chinos.

Qué pasará, no lo sabemos. ¿Qué parte de la sociedad y del estado está dispuesta a cambiar la gente que votó este gobierno? ¿La solución mágica es privatizar todas las empresas? ¿otra vez? ¿Hay que repetirles que las inversiones que llegan a países como los nuestros son meramente especulativas como fueron las que se quedaron con YPF y Aerolíneas en los 90? ¿Cuántos muertos soporta un pueblo?

Deja un comentario